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Ayudas Para Los Predicadores


Los Predicadores y La Predicación

Aun aquellos con solamente una vaga idea de lo que la Biblia enseña saben que la predicación es ordenada por Dios. Pablo fue “un siervo de Dios y un apóstol de Jesucristo” y así se sostuvo “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación...” (Tito 1:1-3). La palabra de Dios es todavía manifestada a través de la predicación. La Predicación es una obra importante hoy como lo fue en los días de Jesús y los apóstoles.
Algunos de los más grandes hombres que hayan vivido fueron predicadores. Noe fue un “pregonero de justicia” “predicador” (KJV) (2 Ped. 2:5). El autor de Eclesiastés, se refiere así mismo como “El Predicador” (Eccl. 1:1). Pablo fue “constituido predicador y apóstol...y maestro de los Gentiles en fe y verdad” (1Tim. 2:7). Jesucristo, nuestro Señor fue un predicador. Él cumplió la escritura que dice: “El Espíritu del Señor esta sobre mi, Por cuanto me has ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” (Luc. 4:18-21; Compare Isa. 61:1-2).
LOS PROPÓSITOS DE LA PREDICACIÓN
El propósito de la Predicación es doble. Primero, su propósito es salvar al perdido. Jesús declaro que El vino “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). Él envió a los discípulos “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 10:5-6), exhortándoles a arrepentirse porque “El reino de los cielos se ha acercado” (v.7). después de la resurrección, Él les envió a predicar el Evangelio “a toda criatura” y “a todas las naciones” (Mar. 16:15; Mat. 28:19).
Los profetas declararon que “todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo” (Joel 2:28). Pero, “ ¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y como creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y Como oirán sin haber quien les predique? “(¿Y como oirán sin un predicador?—KJV)... Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Rom. 10:10-17). El evangelio de Cristo es el poder de Dios para la Salvación (Rom. 1:16). Pablo lo declaro como “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Ef. 1:13). El mensaje de un Salvador crucificado y resucitado puede parecer “locura” al mundo incrédulo, sin embargo, “agrado a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21).
El segundo propósito de la predicación es edificar al salvo. Jesús instruyo a los discípulos a enseñar a aquellos convertidos a guardar “todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:20). Pablo había enseñado a los ancianos de Efeso y cuando consideraba ser la ultima vez que estaría entre ellos, él les recordó, “Y ahora hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32). La palabra de Dios es todavía manifestada por medio de la predicación!.
LOS TIPOS DE PREDICACIÓN NECESITADA
Predicación Definida, Sorpresiva y Directa. Pablo fue enviado a los gentiles “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mi, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hech. 26:18). La predicación que abre los ojos iluminara a las personas—les traerá al conocimiento de la verdad. El evangelio predicado por los apóstoles fue “escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
El apóstol Pedro en el día de Pentecostés (Hechos 2) no entrego un discurso refinado diseñado para hacer cosquillas en los oídos de las personas. Él fue directo al punto. Él declaro: Jesús fue “un varón aprobado por Dios” (v. 22). los Judíos se opusieron a Él, y con sus manos inicuas lo mataron (v.23). Pero, Dios le levanto de los muertos (v. 24-31). Los apóstoles fueron fieles testigos de Su resurrección (v.32). Ahora, estando a la diestra de Dios, él “ha derramado esto que vosotros veis y oís” (v. 33-35). Convencidos, ellos preguntaron “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (v. 37). Pedro les contesto, “Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38). No podemos esperar convencer a los pecadores por medio de una predicación de “un trato “cómodo” o “ligero”. Se requiere una predicación que convenza a los hombres de sus pecados. Algunos predicadores modernos están tan preocupados de “no dañar sus sentimientos” que dejan a los pecadores morir e ir al infierno antes que predicarles la verdad y convencerles del pecado.
Predicación Adaptada. Esto es, diseñada para cumplir las necesidades reales de los oyentes. Juan el Bautista predico exactamente lo que Herodes necesitaba oír, y condeno su relación adultera con la esposa de su hermano (Mat. 14:1-12). Él pudo haber evitado la muerte al elegir no condenar sus pecados, pero entonces, el no habría sido un fiel profeta de Dios.
El sermón de Esteban en Hechos 7 es un ejemplo de la predicación adaptada a las necesidades de su audiencia. Él mostró que los Judíos estaban siguiendo el mismo patrón practicado por sus padres. Ellos siempre habían rechazado a quienes Dios había elegido. Esteban, llego al clímax de su sermón al decir: “!Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cual de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (vv. 51-53). Aunque ellos le lanzaron piedras, Esteban vio “ los cielos abiertos, y al hijo del Hombre que esta a la diestra de Dios” (v. 56). La Palabra de Dios fue manifestada a través de la predicación de Pedro!.
El apóstol Pablo pudo haber hablado sobre muchos temas ante Félix y Drusila, sin embargo, él les predico “de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero” (Hech. 24:25)—Todo lo cual era necesario que ellos oyesen.
Muchos predicadores hoy son “oradores que encantan” y “servidores del tiempo”. Ellos saben que ciertos temas debieran ser dirigidos, pero rechazan hablarlos pensando que “alguien pudiera disgustarse” pero los fieles hombres de Dios hablaran, y al igual que Pablo renunciando “a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la demostración de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor.4:2). El lenguaje de Pablo es aquí completamente apropiado para los predicadores del Evangelio. Ellos no deben “servir a los ojos de nadie” como hombres “encantadores” sino “como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al señor y no a los hombres” (Efe. 6:5-8; compare Col. 3:22-24).
PREDICACIÓN DISTINTIVA
Obviamente diferente de las doctrinas y mandamientos de los hombres. La predicación que no es distintiva no es la predicación del evangelio. Los predicadores que evitan la así llamada “predicación negativa” no son fieles a su responsabilidad. La predicación distintiva requiere de ambos la enseñanza de lo que se denomina negativo y positivo. El más grande de todos los predicadores, nuestro Señor Jesucristo condeno algunas prácticas y motivo otras (Mat.6:1-18). Pablo encargo a Timoteo a predicar ambos aspectos negativos y positivos: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende [dos negativos], exhorta [un positivo] con toda paciencia y doctrina” (2 Tim.4:2).
Nunca debiéramos intentar ser “diferentes” por el solo motivo de serlo, o por el propósito de “hacernos una fama entre los hombres”, Sino donde la verdad de Dios difiere de las afirmaciones de los hombres, los fieles predicadores mostraran con paciencia y doctrina donde esta la diferencia (1 Tim. :11).
PREDICACION APLICADA
No predicación en “amplias generalidades” sino aquella que es aplicable a los oyentes. Cuando Pablo discutió las “profanas y vanas palabrerías” (2 Tim.2:16), el no solamente identifico el asunto al cual se opuso, sino también identifico a los predicadores que proclamaban la falsa doctrina. Él señalo a Himeneo y Fileto como ejemplos, al decir que ellos “se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (vv. 17-18). Aquellos que desean dar comezón a los oídos en lugar de agradar a Dios no buscaran aplicar su predicación (Gál. 1:10). Una vez un predicador dijo que él estaba “predicando los primeros rudimentos” sobre el Institucionalismo, pero debido a su fracaso en hacer una correcta aplicación esto resulto en un deslizamiento a la apostasía.
EL TIPO CORRECTO DE PREDICADORES QUE SE NECESITA
Algunas Iglesias no quieren oír el tipo correcto de predicación porque ellas no eligen el tipo correcto de predicadores. Necesitamos hombres como David, que amen la palabra de Dios y odien todo falso camino (Sal. 119:97,104).
Necesitamos predicadores que prediquen el Evangelio Completo—Hombres que no guarden nada que fuese útil y anuncien “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:20-27). Necesita-mos predicadores que estén interesados en las almas perdidas y prediquen toda la verdad en cualquier parte, y aun se esfuercen por alcanzar a aquellos que nunca han oído antes. Pablo dice que él “desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Lírico, todo lo he llenado del evangelio” (Rom. 15:19).
Necesitamos predicadores que respeten el silencio de las Escrituras y no presuman respaldar o apoyar asuntos que no son autorizados por las Escrituras. Jesús dijo que los creyentes debían guardar “todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:20). Dios nos ha dado “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Ped. 1:3). No debemos ir “mas allá de lo que esta escrito” (1 Cor. 4:6). Debemos hablar “conforme a las palabras de Dios” (1 Ped. 4:11).
El Señor prometió a los apóstoles que el Espíritu Santo les capacitaría para recordarles todo lo que él les había enseñado (Jn.14:26). Él les guiaría “a toda la verdad” (Jn. 16:13). El mensaje revelado fue predicado oralmente por los apóstoles y profetas del primer siglo (1 Cor. 2:9-13), y también entregado en forma escrita (Ef. 3:3-5; Jn. 20:30-31). Este “ha sido dado una vez dada a los santos” (Judas 3). “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deut. 29:29).
No podemos determinar lo que agrada a Dios por medio de nuestra opinión personal, ni a través un consorcio de nuestras opiniones. Todo lo que podemos saber sobre la voluntad de Dios es de lo que viene de aquello que El ha revelado. Si “guardamos todas las palabras” dichas por los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, sabremos que estamos haciendo la voluntad de Dios.
Necesitamos predicadores que prediquen con Convicción—Al igual que los Apóstoles. Fue recientemente reportado que un predicador que estaba “probándose” en una congregación le fue preguntado su “posición” sobre cierto asunto. Él indico que el no predicaría el tema en la forma que ellos quisieran que expresara su “posición”. Este predicador simplemente no tuvo convicciones. El hombre que no tiene convicciones no es digno de “su salario” (2 Cor. 11:8).
Pedro y Juan fueron intimidados a “no hablar ni enseñar en el nombre de Jesús” (Hech.4:18), sin embargo, ellos respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 19-20). Ellos fueron hombres de convicción, y no se comprometieron aun bajo amenazas de encarcelamiento. Ellos mas tarde fueron puestos en la prisión publica, pero fueron libertados por el ángel del Señor (Hech. 5:18-21). Fueron traídos ante el concilio y se les reprendió duramente por haber ignorado sus advertencias. A lo que los apóstoles contestaron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech. 5:29).
Pablo dijo, “Antes bien renunciando a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor. 4:2). Jesús dijo, “la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). Todo lo que Pablo ofreció fue la verdad; no hubo evasivas en su enfoque de predicar. ÉL fue exactamente lo que él pareció ser. Él me recuerda del famoso dicho de Popeye: “Yo soy lo que soy, y todo eso Yo soy!”. El servicio directo y concienzudo de Pablo ante el Señor le trajo gran sufrimiento hacia él. El se vio envuelto “atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Cor. 4:7-9). ¿Cómo pudo el mantenerse firme en medio de todo esta aflicción?. Él explico: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que esta escrito: Creí, por lo cual hable, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucito al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitara con Jesús” (2 Cor. 4:13-14).
LOS RESULTADOS DEL TIPO CORRECTO DE PREDICACION
Aquellos con “honestos y buenos corazones” (Luc. 8:15) oirán y obedecerán. Aquellos cuyos corazones no son así no escucharán. Pablo dijo, “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida” (2 Cor. 2:14-16). El mismo predicador entregando el mismo mensaje en el mismo tono de voz convertirá a algunos y a otros apartará ¿Por qué? Por la actitud de los oyentes, ¡no la de el! Que Dios nos ayude a fielmente Predicar la Palabra “a tiempo y fuera de tiempo...Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonaran maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Tim. 4:2-3).

Martín Lloyd-Jones

N. 20 de diciembre en Cardiff (Gales, Reino Unido). La familia se mudó a Llangeitho (Cardiganshire), escena del predicador de avivamientos Daniel Rowland (1711-90), que dio origen al movimiento calvinista metodista de Gales. La mayor parte de su vida la pasó en Inglaterra. En Londres estudió la la carrera de medicina, consiguiendo un brillante doctorado (1921).
En 1935 comenzó su relación con la Inter Varsity Fellowship (IVF). A partir de 1939, como presidente de la IVF jugó un papel importante en la creación de la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (IFES). Contribuyó también en la creación de la Biblioteca Evangélica de Londres, donde se reune la mejor colección de literatura puritana del mundo; el London Bible College, cuyo primer director fue E.F. Kevan (v.); el Movimiento Evangélico de Gales, que continúa la tradición del antiguo calvinismo metodista de Roland y Whitefield (1714-70); y el Seminario Teológico de Londres, y El Estandarte de la Verdad, editorial dedicada por completo a rescatar la literatura puritana y reformada, puesta en olvido por entonces, a cuyo cargo estaba I.H. Murray (v.).
Aunque nunca tuvo una formación teológica de academia o seminario, ha sido uno de los grandes pensadores y teólogos del siglo XX. Fue un gran lector de literatura reformada, puritana y moderna, con especial interés por la historia y la biografía. Agudo y penetrante como un bisturí contribuyó al renacimiento del calvinismo evangélico en todo el mundo. “No sólo conocía a los puritanos mejor que nadie, así como los clásicos del avivamiento del siglo XVIII, sino que además estaba muy documentado en la historia secular, la poesía, la política y la filosofía” (C. Catherwood).
Enseño a los estudiantes cristianos a pensar y hacer uso riguroso de la mente. Oliver Barclay dice que les enseñó a valorar y amar la doctrina, haciéndola materia poderosa y viva. Profundizó en las interioridades del alma como un maestro de la espiritualidad, su obra sobre la depresión espiritual ha pasado a la lista de los clásicos.
En 1968 dejó su ministerio de predicación, debido a una grave enfermedad. Desde entonces comenzó un ministerio literario consistente en la edición de sus sermones expositivos, en especial Romanos y Efesios. Siempre buscó restaurar la verdadera naturaleza de la predicación cristiana, consistente en exposición de la Escritura, y dependiente de la iluminación del Espíritu, sobre lo cual pronunció unas importantes conferencias en el Seminario Teológico Westminster de Filadelfia (EE.UU.). Supo ver que la incredulidad humana es más una cuestión moral que intelectual, por cuanto la salvación, como el pecado, afecta a la persona entera. Defensor del calvinismo ortodoxo respecto a la salvación o doctrinas de la gracia, fue a la vez un gran evangelista y entusiasta de los avivamientos, que por todos los medios trató de esclarecer y promocionar.
Predicador extraordinario y directo fue descrito por E. Brunner como “el más grande del cristianismo de hoy”. Otros le han calificado de profeta del siglo XX, en su vigoroso llamamiento al testimonio evangélico unido.

Preparación Personal para Predicar


Preparación Personal para Predicar


Al hablar de la preparación personal para predicar me estoy dirigiendo al aspecto espiritual de la vida del predicador. Sin embargo deseo evitar una falta de balance en la presentación por medio de reconocer que como predicadores laboramos con toda nuestra humanidad y no meramente con nuestras almas o espíritus. El estado físico, emocional, familiar, congregacional, etc., del predicador efectivamente afectará su predicación. Pero, como este tema se trata mejor en el área de teología pastoral, sólo nos limitaremos al aspecto de la vida espiritual del predicador. Que debemos considerar este tema debe ser evidente de, por lo menos, dos textos claves: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” (Hch 20:28) “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” (1 Tim 4:16) No vamos a tomar el tiempo de examinar los diversos contextos de esos dos versículos, sólo quiero enfatizar el mandato apostólico que viene a nosotros como ministros del evangelio en referencia al cuidado espiritual de nosotros mismos. En Hch 20:28 el apóstol manda a los ancianos de la iglesia en Éfeso con estas solemnes palabras: “mirad por vosotros [LBA Tened cuidado de vosotros prose,cete ou=n e`autoi/j].” El término clave (prose,cete verbo imperativo presente activo 2 persona plural de prose,cw) significa aquí estar en un estado de alerta, estar preocupado por, tomar cuidado de, y el apóstol manda a los ancianos de la iglesia que hagan esto consigo mismos y de la misma manera en que deben hacerlo del resto de la iglesia y por las mismas razones. Su oficio de supervisor (evpisko,pouj) y su labor de pastoreo (poimai,nein) como ancianos (presbute,rouj) de la iglesia debe comenzar por sí mismos. En 1 Tim 4:16 el mismo apóstol igualmente manda a su hijo espiritual Timoteo (emisario apostólico, misionero, pastor de la iglesia en Efeso e instructor de pastores) a que haga lo mismo: “Ten cuidado de ti mismo [e;pece seautw/].” Este término que Pablo usa significa aquí el concentrarse mentalmente, observar especialmente y el objeto al cual Pablo quiere que Timoteo Se concentre es su propia persona (seautw), aun antes de su enseñanza (doctrina), Timoteo debe cuidar de su propia alma. Estos dos textos nos dan suficiente base para dirigirnos a este tema. Pero, ¿Qué medios hemos de usar para cuidar de nuestra propia alma? Exactamente los mismos medios que predicamos a nuestra congregación al exhortarles a cuidar sus almas. Hay dos medios, por excelencia, en los cuales debemos obtener maestría: la oración y la Palabra. La labor pastoral en la cual se hallaron los apóstoles al principio de la iglesia cristiana se vio interrumpida por una necesidad legítima, pero ellos no permitieron que tal urgencia les apartara de sus labores, y si podemos argumentar que ellos mismos harían lo que exhortaban al resto de la iglesia, entonces podemos concluir que el dictamen apostólico nos lleva al ejercicio espiritual de la oración y la lectura y meditación de la Palabra: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.” (Hch 6:1-6) El anciano apóstol, ya pronto a morir, persevera en estas cosas y súplica a Timoteo que le traiga dos cosas: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.” (2 Tim 4:13). Los comentaristas son casi unánimes que el apóstol estaba pidiendo copias de los libros de la Biblia. Tuvo cuidado de su salud física pero igualmente tiene cuidado de su salud espiritual. ¿Por qué? Por el mismo interés que demuestra en 1 Cor 9, “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (vs. 22-27) La preparación personal del predicador entonces será: 1. 1. En ferviente oración. 2. 2. En consistente meditación de la Escritura. 3. 3. En peculiar cuidado de vivir lo que predica. 4. 4. En escrupulosa conducta ejemplar, a la iglesia y a los de afuera. Como ministros del evangelio tenemos varios enemigos, que sin tregua alguna buscarán estorbarnos en nuestra carrera: 2. 1. Nuestra propia carne (pecado remanente, Rom 7:7-25). 3. 2. Nuestro archienemigo el diablo. 4. 3. El mundo secular con todas sus tentaciones. 5. 4. El mundo religioso con todas sus presiones e influencias. 1. 5. La iglesia en su falta de apreciación y atención. 2. 6. Nuestra propia familia en sus demandas. Es por eso que debemos conscientemente poner aparte tiempo para nuestra propia nutrición espiritual, ser consistentes (flexibles pero no perezosos) y administrar bien nuestro tiempo y el de nuestra familia. A manera de motivación consideremos dos cosas más. Primera, la terrible probabilidad de un ministro inconverso: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mat 7:21-23) Segunda, la intima relación entre nuestra espiritualidad y la espiritualidad de nuestro ministerio: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Tim 3:14-17) “Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.” (2 Tim 2:20, 21) No es posible cubrir cada aspecto de este tema, y realmente se toca en Teología Pastoral, pero sólo permítanme un consejo múltiple: Mediten continuamente en las Cartas Pastorales, pónganse a sí mismos bajo cuidado pastoral y busquen estar siempre bajo la instrucción de la Palabra por parte de comprobados predicadores. Se requiere de mucha humildad reconocer que somos meros sirvientes de la iglesia, el nombre de anciano, obispo o pastor no es un título sino una sagrada vocación. El orgullo ministerial ha sido el asesino de no pocos ministros. Consejos Diversos (Preparación y Biblioteca Ministerial) Primer Consejo Estas lecturas buscan resumir la enseñanza de varios maestros sobre los temas implicados (hermenéutica, exégesis y homilética), aquellos principios que sean claramente bíblicos deben ser aceptados y usados. Sin embargo, es siempre a la Biblia a donde debemos ir para todo lo que sea de doctrina y práctica, inclusive en el ministerio de la Palabra. Por lo tanto, si en algo he fallado en resumir correcta y fielmente, la falta es mía y no de los autores usados para formar estas lecturas. Si queremos progresar en nuestra capacidad, habilidad y labor, debemos hacer uso de los dones que Cristo ha dado a Su Iglesia, por eso, siempre debemos estar leyendo, preparándonos y escuchando a guías fieles. Segundo Consejo En cada paso de la exégesis y exposición contamos cada vez con más herramientas de trabajo, desde libros hasta programas de computadora y fuentes en el Internet. El predicador debe buscar hacer su propia exégesis antes de escudriñar otras fuentes, es decir, hasta que la labor de exégesis del texto este completa, usemos comentarios, sermones impresos y cualquier otra fuente de complementación. Esas herramientas nos servirán para (1) enseñarnos algo que nosotros mismos no vimos y (2) corregirnos donde nos extraviamos en la exégesis del texto. Tercer Consejo Como predicadores y pastores debemos esforzarnos por servir mejor al Señor y a la Iglesia, por lo tanto: 2. (1) Aprovecharemos toda preparación posible – en esta área aprender Hebreo, Griego e Inglés son de suprema ayuda. 3. (2) Obtendremos, prudente y sabiamente, aquellos libros que más nos ayudarán en nuestras labores: 1. a. Libros de ayuda en los idiomas 2. b. Diccionarios y Léxicos 3. c. Concordancias 4. d. Varias versiones y ediciones de la Biblia 5. e. Atlas y libros de contexto histórico y geográfico 6. f. Enciclopedias y diccionarios teológicos 7. g. Comentarios 8. h. Tratados por los Reformadores y Puritanos 9. i. Libros contemporáneos de autores confiables sobre los temas de Exégesis, Hermenéutica y Homilética 10. j. Teologías Bíblicas y Sistemáticas 4. (3) Nos someteremos a rigurosa crítica constructiva de aquellos que nos aman lo suficiente como para corregirnos. 5. (4) Buscaremos ponernos bajo el ministerio de hombres ejemplares con respecto a la predicación. 6. (5) Aprovecharemos toda oportunidad de ser instruidos en la labor pastoral por otros pastores, especialmente aquellos que van más delante de nosotros en su peregrinaje espiritual y que el Señor ha concedido mayores dones y experiencia. 7. (6) Seremos sumisos a la voluntad de la iglesia: quizá pensemos que tenemos los dones, pero las gracias están ausentes, quizá sintamos el llamado, pero el Señor no lo ha declarado así a la congregación, quizá aun tengamos preparación y don retórico pero nuestra vocación no es la pastoral. Nunca debemos adelantarnos a la voluntad providencial del Señor: si somos llamados, Él nos concederá los dones y gracias, Él avivará ese deseo en nosotros, Él lo declarará a Su iglesia y Él proveerá providencialmente la oportunidad. 8. (7) “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2 Tim 2:15 Ad maioren Dei Gloria et Bonum ho minis