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El Maestro de Westminster




Semblanza de David Martyn Lloyd-Jones,


El último gran maestro de Westminster.




Gales es un lugar único en el mundo. Aun siendo parte de Gran Bretaña, los galeses se apresuran a dejar en claro que ellos no son ingleses, y lo enfatizan hablando en su propio idioma en lugar de decirlo en inglés.
Gales tiene una muy especial historia espiritual, pues ha experimentado grandes avivamientos, seguidos muchas veces de profundas depresiones espirituales.
La historia registra algunos galeses notables, como Christmas Evans, Daniel Rowland, William Williams, Howell Harris, Evan Roberts… y David Martyn Lloyd-Jones, nuestro biografiado.
Primeros pasos
David Martyn Lloyd-Jones nació el 20 de diciembre de 1899, cuando concluía el siglo XIX. Dios tenía un plan para este hijo de Henry y Magdalene Lloyd-Jones, para traer de nuevo los fuegos del avivamiento que Evans, Roberts y otros habían experimentado antes. Algunos han dicho que Charles Spurgeon fue el último puritano, pero el tiempo demostraría que deberían haber esperado oír al «Doctor» antes de hacer tal afirmación.
La vida del joven Martyn fue bastante tranquila hasta enero de 1910, cuando tenía 11 años. Hasta entonces su padre había sido un hombre de negocios bastante exitoso en su ciudad natal de Llangeitho. Pero aquel año ocurrió algo que cambiaría muchas cosas.
En la oscuridad de la noche estalló un fuego que casi costó las vidas de Martyn y sus hermanos, que dormían en la planta superior. Aunque la familia fue salvada, la mayor parte de los bienes familiares se perdieron. Henry nunca se recuperó totalmente del revés financiero. Casi por accidente, Martyn averiguó poco después cuán desesperada se había vuelto verdaderamente su situación.
Durante sus primeros años de escuela, él llevó esta carga en su corazón. Como resultado, se volvió muy serio para su edad, y muy decidido en tener éxito en su educación y en su vida. «Fue como si él se apartaba mucho de lo que es común a la juventud, y esto le hizo decir alguna vez: ‘Yo nunca tuve una adolescencia’», afirma Ian Murray. Aunque cálido de corazón, Lloyd-Jones siempre llevaría con él una reputación de austeridad y severidad.
Lloyd-Jones fue criado en el metodismo calvinista galés. El término «metodismo calvinista» puede parecer contradictorio, porque los metodistas son arminianos – que enfatizan el libre albedrío del hombre – y los calvinistas dan énfasis en la soberanía de Dios respecto a la salvación. De alguna manera, el metodismo calvinista de Gales buscó lo mejor de ambas posturas.
Entre 1914 y 1916, Lloyd-Jones fue a una escuela primaria de Londres, y luego estudió medicina. Hizo su práctica en el prestigioso Hospital de St. Bartholomew, y fue brillantemente exitoso. Aprobó sus exámenes tan tempranamente que tuvo que esperar para graduarse.
En 1921 comenzó a trabajar como asistente principal de Sir Thomas Horder, uno de los mejores médicos de esos días.
A la edad de 26 años, Martyn obtuvo su diploma de miembro del Colegio Médico y tenía una carrera brillante y lucrativa delante de él. Sin embargo, Dios tenía planes para que fuese médico de almas en lugar de cuerpos.
Conversión y llamamiento al ministerio
Poco a poco, a través de la lectura, su mente fue atraída por el evangelio de Cristo. No tuvo ninguna crisis dramática de conversión, pero llegó a un punto en que se comprometió completamente con el evangelio.
Después de eso, cuando se sentaba en el consultorio, escuchando los síntomas de sus pacientes, comprendió que aquello que muchos de ellos necesitaban no era la medicina ordinaria, sino el evangelio que él había descubierto para sí mismo. Él podría ocuparse de los síntomas, pero la preocupación, la tensión, las obsesiones, sólo podrían ser tratadas por el poder de la conversión. Él sentía cada vez más que la mejor forma de usar su vida y talentos era predicando ese evangelio.
Martyn se involucró rápidamente en la iglesia de la Capilla de Charing Cross. Entre otras cosas, allí conoció a Bethan Philips. Bethan asistía allí con sus padres y dos hermanos. Su padre era un oftalmólogo muy conocido y Bethan estaba a punto de recibirse como médico en el University College Hospital.
Tras varios años de noviazgo, Martyn y Bethan se casaron, en 1927. Después de su luna de miel en Torquay, se instalaron en su primer hogar, una pequeña casa parroquial de la iglesia de Sansfield, en Aberavon, Gales, decididos a servir en aquello a que se sentían llamados.
El sorprendente movimiento del joven especialista y su esposa no podía dejar de atraer la atención, y la prensa vino hasta ellos. La señora Lloyd-Jones respondió a un periodista en la puerta de su casa con la frase: ‘Sin comentarios’ y al día siguiente quedó horrorizada al leer el titular: ‘«Mi marido es un hombre maravilloso», dice la señora Lloyd-Jones’. De este matrimonio nacieron dos hijas, Elizabeth y Ana.
Los médicos locales no estaban muy contentos con el recién llegado. Pensaban que él había venido para mostrar su superioridad y arrebatarles a sus pacientes.
Contra lo esperado, Martyn no pudo abandonar completamente su carrera médica. En la Gales del sur, su brillante habilidad de diagnóstico escaseaba. Después de unos años durante los cuales fue deliberadamente ignorado por los médicos locales, fue llamado para un caso difícil. Él supo exactamente la naturaleza de la oscura enfermedad de la que el paciente aparentemente se recuperaría, y luego moriría. Su pronóstico se confirmó exactamente, y el médico general dijo: ‘Debo arrodillarme para pedir su perdón por lo que yo he dicho sobre usted’. Después de eso fue difícil controlar las llamadas médicas.
Un escritor describió así el barrio de Sansfield: «Contiene por lo menos a 5.000 hombres, mujeres y niños que viven en la mayor parte en la sordidez y el hacinamiento». O como alguien dijo, era un lugar para «el jugador, la prostituta y el publicano».
Lloyd-Jones no era un ministro recién salido de una universidad teológica liberal, que acomodara su mensaje a la opinión contemporánea y a los prejuicios de su congregación. Las palabras de su primer sermón inspiradas a partir de 2ª Timoteo 1:7 ilustran cuáles eran sus convicciones: «Nuestras ... iglesias están atestadas con personas casi todas las cuales toman la Cena de Señor sin dudar un momento, pero... ¿imagina usted por un instante que todas esas personas creen que Cristo murió por ellos? Bien, entonces, dirá usted, ¿por qué son miembros de la iglesia, por qué ellos fingen creer? La respuesta es que ellos tienen miedo de ser honestos consigo mismos... Yo me sentiré mucho más avergonzado por toda la eternidad por las ocasiones en las que dije que yo creía en Cristo cuando en realidad no era así...».
Eso fue demasiado para algunos, que abandonaron la congregación. Pero en su lugar –lentamente al principio– fue creciendo el número de los que eran cautivados por la verdad, la clase obrera de Gales del Sur. El mensaje los trajo, y el poder del Espíritu Santo los convirtió. No había súplicas dramáticas, sólo un ministro joven con el mensaje claro de la justicia de Dios y su amor, que trajeron a un caso duro tras otro al arrepentimiento y la conversión.
La iglesia creció con la constante corriente de conversiones. Notorios bebedores se hicieron cristianos gloriosos, y obreros y mujeres vinieron a las clases de Biblia que él y su esposa dirigían.
Para aquellos que están habituados a la predicación bíblica puede ser difícil entender la conmoción que causaba este joven predicador. Primero, él no estaba entrenado teológicamente (al menos no de las formas reconocidas). En lugar de predicar de un leccionario o alguna otra forma pre-elaborada, Lloyd-Jones era ante todo un predicador de la Biblia. Desde el principio, él buscó dar una comprensión verso por verso de la Palabra de Dios. Quizás esto reflejaba su propia vida personal que incluía leer la Biblia completa cada año. Basta leer los mensajes suyos sobre Romanos o sobre Efesios para entender cuán profundo era su afecto por la Palabra y su obediencia a la misma.
Tampoco cabe duda de que su lectura de los Puritanos tuvo también una profunda influencia sobre él. Los Puritanos a menudo han sido caricaturizados, pero Lloyd-Jones los leyó realmente. Leyó todo el Directorio Cristiano de Richard Baxter y los muchos volúmenes de John Owen. Desde su punto de vista, los Puritanos diferían de otras corrientes organizadas en varias puntos importantes.
Primero, acentuaban la naturaleza espiritual del culto por sobre las formas y rituales externos. Segundo, enfatizaban el cuerpo reunido de Cristo por sobre el individuo, haciendo así la disciplina de la iglesia necesaria y saludable para la causa de Cristo. Finalmente, creían en la aplicación directa de la Palabra para el alma de cada persona. El espíritu del Puritanismo, creía Lloyd-Jones, podía ser trazado de William Tyndale a John Owen y a Charles Spurgeon. Era este espíritu de la centralidad de la Palabra de Dios el que conducía al nuevo predicador en el país de Gales.
A medida que sus predicaciones eran conocidas, la presencia de Lloyd-Jones fue más y más solicitada. Muchos otros predicadores comenzaron a encontrar en él un modelo de lo que debía ser el ministerio del púlpito. Fue a predicar a Canadá y América y a menudo era invitado para hablar ante varias asambleas en Gran Bretaña.
Fue en la noche fría y brumosa del 28 de noviembre de 1935 que Lloyd-Jones predicó a una asamblea en el Albert Hall, en Londres. Durante su mensaje, «el Doctor» explicó los problemas bíblicos que él veía en muchas de las más usadas formas de evangelización y crecimiento de la iglesia. Dijo: «¿Pueden muchos de los métodos de evangelismo que se introdujeron hace unos cuarenta o cincuenta años realmente justificarse por la Palabra de Dios? Cuando leo sobre la obra de los grandes evangelistas en la Biblia, veo que ellos no estaban primeramente preocupados por los resultados; ellos se ocupaban en proclamar la palabra de verdad. Ellos dejaron el crecimiento a Él. Ellos estaban interesados sobre todo en que las personas fuesen puestas cara a cara con la propia verdad».
Llegada a Westminster
Uno de los oyentes aquella noche era un anciano de 72 años, G. Campbell Morgan, pastor de la Capilla de Westminster, quizá el predicador con más renombre de la época. Se dice que el anciano pastor le dijo a Lloyd-Jones: «¡Nadie sino usted podría haberme sacado en semejante noche!». Después de oír a Lloyd-Jones, Campbell Morgan quiso tenerlo como su colega y sucesor en 1938. Pero no era tan fácil, porque él manejaba otras opciones tan atractivas como aquella. Al final, prevaleció el llamado de la Capilla de Westminster, y la familia Lloyd-Jones con sus hijas, Elizabeth y Ana, se estableció definitivamente en Londres en abril de 1939.
La asociación de Morgan y Lloyd-Jones fue un digno ejemplo de cómo los cristianos pueden trabajar juntos, aun cuando difieran en aspectos secundarios. G. Campbell Morgan era un arminiano, y su exposición de la Biblia, aunque famosa, no se ocupó de las grandes doctrinas de la Reforma. Martyn Lloyd-Jones, en cambio, estaba en la tradición de Spurgeon, Whitefield, los Puritanos y los Reformadores. Pero ambos hombres respetaron cada uno las posiciones y talentos del otro, y su asociación, hasta que Campbell Morgan murió, fue pacífica y fomentó mucho la obra de Cristo en Londres.
Cuando las nubes de tormenta de la Segunda Guerra Mundial ya amenazaban, Lloyd-Jones asumió el pastorado pleno de la Capilla de Westminster.
Durante los años de guerra, los habitantes de Londres soportaron por meses las interminables incursiones nocturnas de los bombarderos alemanes. A causa de que la Capilla de Westminster estaba situada muy próxima al Palacio de Buckingham y otros edificios importantes del gobierno, estaba en peligro constante de ser destruida. La congregación estuvo en un estado constante de crisis financiera y emocional. Sin embargo, los servicios siguieron casi con normalidad. En 1944, una bomba voladora explotó en la Capilla de los Guardias, a unos pocos metros de allí, cubriendo al predicador y la congregación de polvillo blanco. Un miembro de la congregación abrió sus ojos después del estampido, vio a todos cubiertos en blanco ¡y creyó que debía estar en el cielo!
Westminster también estaba acercándose rápidamente a su propia crisis interior. Algunos de la «vieja guardia» no querían mucho al joven calvinista que había compartido el púlpito con su venerado Dr. Morgan. Es un testimonio del poder de la Palabra de Dios y del espíritu humilde de Lloyd-Jones que la iglesia no sólo sobrevivió, sino que finalmente prosperó. Después de la guerra, la congregación creció rápidamente. En 1947 los balcones fueron abiertos y de 1948 hasta 1968 cuando él se retiró, había un promedio de unos 1.500 asistentes los domingos en la mañana y 2.000 en la noche.
A principios de 1953, el estudio de la Biblia de los viernes por la noche empezó en la Capilla principal. Fue allí cuando Lloyd-Jones inició su monumental discurso sobre el libro de Romanos. Así como la obra de Martín Lutero sobre Romanos y Gálatas influyó en los Puritanos posteriormente, este gran trabajo sobre Romanos ha influido en la actual generación de creyentes. Así como él empezó, él continuaría, ministrando a su gente con la Palabra de Dios en lugar de su propia personalidad.
En su enfoque al trabajo del púlpito, Lloyd-Jones trabajaba firmemente a través de un libro de la Biblia, tomando un versículo o parte de un versículo a la vez, mostrando lo que enseñaba, cómo eso se ajustaba a la enseñanza sobre el asunto en otra parte de la Biblia, cómo la enseñanza entera era pertinente a los problemas de nuestro propio día y cómo la posición cristiana contrastaba con las ideas actualmente en boga.
Él se ponía a sí mismo en un segundo plano, e intentaba mostrar a su congregación la mente y la Palabra de Dios, permitiendo que el mensaje de la Biblia hablara por sí mismo. Sus predicaciones explicativas apuntaron a permitir a Dios hablar tan directamente como era posible al hombre en el banco con el pleno peso de la autoridad divina.
Otras actividades
A pesar de las dificultades de la guerra, Lloyd-Jones estuvo comprometido en la fundación de tres instituciones importantes. La primera fue la creación de una Biblioteca Evangélica de grandes obras cristianas, que pronto superó los 20.000 volúmenes. Así una nueva generación de creyentes se acercó a los escritos de Bunyan, Baxter, Owens y otros.
La segunda institución que Lloyd-Jones ayudó a crear fue la Confraternidad de Westminster. El libro Los Puritanos, es una recopilación de los mensajes anuales de Lloyd-Jones a dicha agrupación.
Y lo tercero, fue el apoyo a la Confraternidad Inter-universitaria (IVF), bajo cuyo alero se realizó cada mes de diciembre la Conferencia Puritana. Había un fuerte sentimiento por la necesidad de regresar a los fundamentos teológicos de la tradición protestante, al período cuando cien años después de la Reforma, sus implicaciones teológicas habían funcionado. Se leyeron y se discutieron documentos y Lloyd-Jones dirigió las reuniones con habilidad y autoridad.
La casa editorial Banner of Truth y la revista Evangelical Magazine nacieron, con la ayuda y estímulo de Martyn Lloyd-Jones, que también apoyó poderosamente el trabajo de la Biblioteca Evangélica. A nivel pastoral, él condujo reuniones fraternales mensuales de ministros desde principios de los 40’s, donde los pastores discutían todos los problemas que enfrentaban dentro de la iglesia y en su entorno. Aquí su siempre vasta experiencia, su profunda sabiduría y su sentido común ayudaron a muchos ministros jóvenes con dificultades aparentemente únicas e insolubles.
En el verano de 1947 el doctor hizo otra visita a los Estados Unidos y fue recibido calurosamente. A pedido de Carl F. H. Henry, él habló en la Universidad de Wheaton. Se publicaron los cinco mensajes que él dio. En ellos Lloyd-Jones compartió su idea acerca del tipo de predicación que el mundo realmente necesita.
Controversias
Un carácter fuerte y un liderazgo fuerte no pueden evitar la controversia. Creyendo, como él hizo, en el poder del Espíritu Santo para convencer y convertir, él se opuso profundamente a la tradición con la que había crecido desde Moody de reuniones multitudinarias con música suave y apelaciones emocionales para la conversión. También se opuso a las uniones arbitrarias entre denominaciones basadas en el pragmatismo en lugar de la doctrina. Nada causaría más problemas a Lloyd-Jones que su firme creencia en la necesidad de una adhesión a ciertas doctrinas fundamentales.
A finales de la Guerra, mientras muchos se reunían para oír al doctor, otros líderes religiosos estaban empezando a ignorarlo. Cuando en 1946 una publicación reunió los nombres de los «Gigantes del Púlpito», incluyendo hombres como Weatherhead, el nombre de Martyn Lloyd-Jones fue ignorado.
A principios de los años 1950’s, mucho había cambiado en el paisaje espiritual de Inglaterra. En 1952, Arturo W. Pink murió en relativa oscuridad en una isla de Escocia. En ese momento pocos habrían adivinado que sus escritos serían un día publicados y leídos por creyentes en todo mundo.
Alrededor de 1959, Lloyd-Jones observó que había un resurgimiento del interés en las doctrinas de la gracia y las enseñanzas de los puritanos en la iglesia. Sin embargo, aquéllos en los cuales se producía este regreso no eran de su propia generación. El interés real estaba entre los ministros y creyentes más jóvenes. Esta nueva generación de líderes del púlpito vio las inmutables verdades de la palabra de Dios en una forma que no lo hizo su generación anterior. Algunos acusaron a Lloyd-Jones de ignorancia teológica en el mejor de los casos, y en el peor, de arrogancia espiritual. La verdad es que él reprendía a menudo a sus jóvenes aprendices por transformar la discusión sobre Calvinismo y Arminianismo en un punto de controversia. De hecho, él expresaba públicamente su creencia de que A. W. Pink debió haber tenido un espíritu más a largo plazo y conciliatorio en su esfuerzo para volver a las personas a la verdad.
La controversia más seria vino en sus relaciones con la Iglesia de Inglaterra. Martyn Lloyd-Jones era un firme creyente en la unidad evangélica. Él no creía que las barreras sectarias debían separar a aquéllos que tenían una verdadera fe en común. Pero cuando el movimiento ecuménico liberal hizo más y más concesiones a las corrientes de opinión mundana, él apoyó el éxodo desde aquellas denominaciones.
Una de las grandes pasiones de Martyn Lloyd-Jones era el retorno a la combinación de la doctrina de los Calvinistas y el entusiasmo de los Metodistas. En los años 60’s, él estaba ansioso porque el énfasis en la sana doctrina recientemente recuperado no se convirtiese en una árida dureza del doctrinal. Para neutralizar este peligro, él empezó a dar énfasis a la importancia de la experiencia. Él habló mucho de la necesidad del conocimiento experimental del Espíritu Santo, de la convicción plena por el Espíritu, y de la verdad que Dios trata inmediatamente y directamente con sus hijos – a menudo ilustrando estas cosas con la historia de la iglesia.
Al contrario de gran parte de la enseñanza que se levantaría durante la Renovación Carismática de los 60’s, Lloyd-Jones enfatizó varios rasgos del verdadero avivamiento. Primero, él proclamó que Dios es soberano y no hay, por tanto, ninguna fórmula para el avivamiento. Dios se mueve de formas diferentes en tiempos diferentes. En segundo lugar, insistió en que la iglesia necesitaba el avivamiento, no para que más personas entraran en la iglesia, sino para que Dios fuese devuelto a Su lugar justo en las vidas y pensamientos de la gente.
Tal como en el problema de unidad de la iglesia, sus ideas sobre lo que ahora se conoce como ‘psicología cristiana’ probaron ser profundas y proféticas. Él no estaba en absoluto impresionado con el matrimonio entre la predicación bíblica y la psicología secular.
Hay una colección de sermones sobre el asunto en «Depresión Espiritual: Causas y Curas», publicada por primera vez en 1965. La obra apunta a la suficiencia de Cristo en la vida del creyente y concluye con estas palabras: «Yo hago lo máximo que puedo, pero Él controla el suministro y el poder, Él lo infunde. Él es el médico celestial y Él conoce cada variación en mi condición. Él ve mi complexión. Él siente mi pulso. Él conoce... todo. ‘Así es’, dice Pablo, ‘y por consiguiente todo lo puedo a través de Aquel que constantemente me está infundiendo fuerza’… Él nos conoce mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos, y según nuestra necesidad, así será nuestro suministro».
A principios de los 60’s, el doctor inició una serie de mensajes sobre el evangelio de Juan. Su intención en ellos no fue una exposición verso por verso como era habitual, sino una búsqueda del significado esencial de la certeza y la llenura del Espíritu Santo.
A principios de 1968, en su 68° año, Lloyd-Jones tuvo una operación importante y, aunque se recuperó por completo, decidió que después de 30 años en Westminster había llegado el tiempo de retirarse como ministro.
Su ministerio había sido muy bendecido por Dios. Había habido un arroyo constante de conversiones, muchas notables y, sobre todo, a una amplia variedad de personas de toda condición social se le había enseñado la anchura y la profundidad de la doctrina cristiana. En la Capilla había soldados de los cercanos cuarteles de Wellington Barracks, trabajadores de los hoteles y restaurantes del oeste, enfermeras de los grandes hospitales, actores y actrices de teatros del oeste-extremo, sirvientes civiles menores y mayores de Whitehall, y desempleados crónicos provenientes del hostal del Ejército de Salvación.
La Capilla siempre estaba llena de estudiantes, especialmente extranjeros, entre los que estaba el ahora Presidente Moi de Kenya. La Iglesia china asistía en la mañana y muchos Hermanos de Plymouth por la tarde. Cuando los Hermanos Exclusivos se dividieron, muchos de los que vivían en Londres vinieron a la Capilla de Westminster. Y había, por supuesto, muchos profesionales, maestros, abogados, contadores y quizás más de algunos de aquéllos que tenían alguna deficiencia mental.
Gente de todo tipo y condición venía a verlo después en la sacristía, donde él pasaría horas pacientemente escuchando y sabiamente aconsejando. Uno de ellos ha escrito: ‘Yo tengo un recuerdo encantador de ir a él en una necesidad personal profunda, todavía muy asustado de su manera pública formidable. Su apacibilidad y atractiva bondad, unidas a un consejo simple y recto, ganaron mi corazón. Su cerebro y brillantez como predicador le hacen digno de respeto y admiración; ese otro lado más manso, que conocí en privado, hace a uno amarle’.
En 1977 él habló sobre la diferencia en el método de Pablo de ayudar a los cristianos y aquello que se estaba popularizando con el nombre de consejería. Su convicción era de que mucho de lo que pasa como psicológico era realmente espiritual. Lloyd-Jones vio el púlpito como el enfoque de verdadero ‘Cristian counselling’. Eso no significa que él estuviera desinteresado de su gente y de sus problemas. Nada podía estar más lejos de aquello. Él ocupaba muchas horas en el consejo personal y la dirección bíblica.
Actividades finales
En los 12 años posteriores a su jubilación él continuó con la Conferencia de Westminster y dedicó mucho tiempo a dar consejo a otros ministros, contestar cartas y hablar eternamente por teléfono. Libre de la rígida rutina de los domingos en Westminster, él pudo entonces dedicarse a los compromisos externos que él había tomado como ministro, sobre todo ocupando los fines de semana en causas pequeñas y remotas que él amaba animar. Él viajó de nuevo a Europa y los Estados Unidos, pero rehusó nuevas y reiteradas invitaciones a otros países.
Lloyd-Jones tenía un hogar muy feliz que estaba abierto cada Navidad a los miembros de la iglesia que no tenían otro sitio adonde ir. En su jubilación él solía incitar a sus nietos mayores con algún argumento. Ellos eran como cachorros jóvenes yendo por un león viejo, atreviéndose donde nadie más se atrevería, vueltos atrás por un gruñido, pero volviendo a saltar en seguida.
En 1979, la enfermedad regresó, y tuvo que cancelar todos sus compromisos. Él aún anhelaba predicar de nuevo. Él había visto a muchos hombres seguir después de que ellos debían haber parado. En la primavera de 1980 pudo empezar de nuevo, pero una visita al Hospital en mayo reveló que su enfermedad exigía un tratamiento más severo que le impediría predicar. Entre las agotadoras sesiones en el hospital, que él enfrentó con valor y dignidad, continuó trabajando en sus manuscritos y dando consejo a ministros, pero en Navidad él estaba demasiado débil para esto. Al final, sin embargo, pudo pasarse tiempo con su biógrafo (su ayudante anterior, Ian Murray).
Hacia fines de febrero de 1981, con gran paz y confiada esperanza, él creyó que su obra terrenal estaba hecha. Dijo a su familia inmediata: ‘No oren por sanidad, no traten de retenerme de la gloria’.
El 1 de marzo, el Día del Señor, él pasó a la gloria de la cual tan a menudo había predicado, para encontrarse con el Salvador al cual había proclamado tan fielmente.

Ayudas Para Los Predicadores


Los Predicadores y La Predicación

Aun aquellos con solamente una vaga idea de lo que la Biblia enseña saben que la predicación es ordenada por Dios. Pablo fue “un siervo de Dios y un apóstol de Jesucristo” y así se sostuvo “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación...” (Tito 1:1-3). La palabra de Dios es todavía manifestada a través de la predicación. La Predicación es una obra importante hoy como lo fue en los días de Jesús y los apóstoles.
Algunos de los más grandes hombres que hayan vivido fueron predicadores. Noe fue un “pregonero de justicia” “predicador” (KJV) (2 Ped. 2:5). El autor de Eclesiastés, se refiere así mismo como “El Predicador” (Eccl. 1:1). Pablo fue “constituido predicador y apóstol...y maestro de los Gentiles en fe y verdad” (1Tim. 2:7). Jesucristo, nuestro Señor fue un predicador. Él cumplió la escritura que dice: “El Espíritu del Señor esta sobre mi, Por cuanto me has ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” (Luc. 4:18-21; Compare Isa. 61:1-2).
LOS PROPÓSITOS DE LA PREDICACIÓN
El propósito de la Predicación es doble. Primero, su propósito es salvar al perdido. Jesús declaro que El vino “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). Él envió a los discípulos “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 10:5-6), exhortándoles a arrepentirse porque “El reino de los cielos se ha acercado” (v.7). después de la resurrección, Él les envió a predicar el Evangelio “a toda criatura” y “a todas las naciones” (Mar. 16:15; Mat. 28:19).
Los profetas declararon que “todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo” (Joel 2:28). Pero, “ ¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y como creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y Como oirán sin haber quien les predique? “(¿Y como oirán sin un predicador?—KJV)... Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Rom. 10:10-17). El evangelio de Cristo es el poder de Dios para la Salvación (Rom. 1:16). Pablo lo declaro como “la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación” (Ef. 1:13). El mensaje de un Salvador crucificado y resucitado puede parecer “locura” al mundo incrédulo, sin embargo, “agrado a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21).
El segundo propósito de la predicación es edificar al salvo. Jesús instruyo a los discípulos a enseñar a aquellos convertidos a guardar “todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:20). Pablo había enseñado a los ancianos de Efeso y cuando consideraba ser la ultima vez que estaría entre ellos, él les recordó, “Y ahora hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32). La palabra de Dios es todavía manifestada por medio de la predicación!.
LOS TIPOS DE PREDICACIÓN NECESITADA
Predicación Definida, Sorpresiva y Directa. Pablo fue enviado a los gentiles “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mi, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hech. 26:18). La predicación que abre los ojos iluminara a las personas—les traerá al conocimiento de la verdad. El evangelio predicado por los apóstoles fue “escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:31).
El apóstol Pedro en el día de Pentecostés (Hechos 2) no entrego un discurso refinado diseñado para hacer cosquillas en los oídos de las personas. Él fue directo al punto. Él declaro: Jesús fue “un varón aprobado por Dios” (v. 22). los Judíos se opusieron a Él, y con sus manos inicuas lo mataron (v.23). Pero, Dios le levanto de los muertos (v. 24-31). Los apóstoles fueron fieles testigos de Su resurrección (v.32). Ahora, estando a la diestra de Dios, él “ha derramado esto que vosotros veis y oís” (v. 33-35). Convencidos, ellos preguntaron “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (v. 37). Pedro les contesto, “Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (v. 38). No podemos esperar convencer a los pecadores por medio de una predicación de “un trato “cómodo” o “ligero”. Se requiere una predicación que convenza a los hombres de sus pecados. Algunos predicadores modernos están tan preocupados de “no dañar sus sentimientos” que dejan a los pecadores morir e ir al infierno antes que predicarles la verdad y convencerles del pecado.
Predicación Adaptada. Esto es, diseñada para cumplir las necesidades reales de los oyentes. Juan el Bautista predico exactamente lo que Herodes necesitaba oír, y condeno su relación adultera con la esposa de su hermano (Mat. 14:1-12). Él pudo haber evitado la muerte al elegir no condenar sus pecados, pero entonces, el no habría sido un fiel profeta de Dios.
El sermón de Esteban en Hechos 7 es un ejemplo de la predicación adaptada a las necesidades de su audiencia. Él mostró que los Judíos estaban siguiendo el mismo patrón practicado por sus padres. Ellos siempre habían rechazado a quienes Dios había elegido. Esteban, llego al clímax de su sermón al decir: “!Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cual de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (vv. 51-53). Aunque ellos le lanzaron piedras, Esteban vio “ los cielos abiertos, y al hijo del Hombre que esta a la diestra de Dios” (v. 56). La Palabra de Dios fue manifestada a través de la predicación de Pedro!.
El apóstol Pablo pudo haber hablado sobre muchos temas ante Félix y Drusila, sin embargo, él les predico “de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero” (Hech. 24:25)—Todo lo cual era necesario que ellos oyesen.
Muchos predicadores hoy son “oradores que encantan” y “servidores del tiempo”. Ellos saben que ciertos temas debieran ser dirigidos, pero rechazan hablarlos pensando que “alguien pudiera disgustarse” pero los fieles hombres de Dios hablaran, y al igual que Pablo renunciando “a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la demostración de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor.4:2). El lenguaje de Pablo es aquí completamente apropiado para los predicadores del Evangelio. Ellos no deben “servir a los ojos de nadie” como hombres “encantadores” sino “como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al señor y no a los hombres” (Efe. 6:5-8; compare Col. 3:22-24).
PREDICACIÓN DISTINTIVA
Obviamente diferente de las doctrinas y mandamientos de los hombres. La predicación que no es distintiva no es la predicación del evangelio. Los predicadores que evitan la así llamada “predicación negativa” no son fieles a su responsabilidad. La predicación distintiva requiere de ambos la enseñanza de lo que se denomina negativo y positivo. El más grande de todos los predicadores, nuestro Señor Jesucristo condeno algunas prácticas y motivo otras (Mat.6:1-18). Pablo encargo a Timoteo a predicar ambos aspectos negativos y positivos: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende [dos negativos], exhorta [un positivo] con toda paciencia y doctrina” (2 Tim.4:2).
Nunca debiéramos intentar ser “diferentes” por el solo motivo de serlo, o por el propósito de “hacernos una fama entre los hombres”, Sino donde la verdad de Dios difiere de las afirmaciones de los hombres, los fieles predicadores mostraran con paciencia y doctrina donde esta la diferencia (1 Tim. :11).
PREDICACION APLICADA
No predicación en “amplias generalidades” sino aquella que es aplicable a los oyentes. Cuando Pablo discutió las “profanas y vanas palabrerías” (2 Tim.2:16), el no solamente identifico el asunto al cual se opuso, sino también identifico a los predicadores que proclamaban la falsa doctrina. Él señalo a Himeneo y Fileto como ejemplos, al decir que ellos “se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos” (vv. 17-18). Aquellos que desean dar comezón a los oídos en lugar de agradar a Dios no buscaran aplicar su predicación (Gál. 1:10). Una vez un predicador dijo que él estaba “predicando los primeros rudimentos” sobre el Institucionalismo, pero debido a su fracaso en hacer una correcta aplicación esto resulto en un deslizamiento a la apostasía.
EL TIPO CORRECTO DE PREDICADORES QUE SE NECESITA
Algunas Iglesias no quieren oír el tipo correcto de predicación porque ellas no eligen el tipo correcto de predicadores. Necesitamos hombres como David, que amen la palabra de Dios y odien todo falso camino (Sal. 119:97,104).
Necesitamos predicadores que prediquen el Evangelio Completo—Hombres que no guarden nada que fuese útil y anuncien “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:20-27). Necesita-mos predicadores que estén interesados en las almas perdidas y prediquen toda la verdad en cualquier parte, y aun se esfuercen por alcanzar a aquellos que nunca han oído antes. Pablo dice que él “desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Lírico, todo lo he llenado del evangelio” (Rom. 15:19).
Necesitamos predicadores que respeten el silencio de las Escrituras y no presuman respaldar o apoyar asuntos que no son autorizados por las Escrituras. Jesús dijo que los creyentes debían guardar “todas las cosas que os he mandado” (Mat. 28:20). Dios nos ha dado “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Ped. 1:3). No debemos ir “mas allá de lo que esta escrito” (1 Cor. 4:6). Debemos hablar “conforme a las palabras de Dios” (1 Ped. 4:11).
El Señor prometió a los apóstoles que el Espíritu Santo les capacitaría para recordarles todo lo que él les había enseñado (Jn.14:26). Él les guiaría “a toda la verdad” (Jn. 16:13). El mensaje revelado fue predicado oralmente por los apóstoles y profetas del primer siglo (1 Cor. 2:9-13), y también entregado en forma escrita (Ef. 3:3-5; Jn. 20:30-31). Este “ha sido dado una vez dada a los santos” (Judas 3). “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deut. 29:29).
No podemos determinar lo que agrada a Dios por medio de nuestra opinión personal, ni a través un consorcio de nuestras opiniones. Todo lo que podemos saber sobre la voluntad de Dios es de lo que viene de aquello que El ha revelado. Si “guardamos todas las palabras” dichas por los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, sabremos que estamos haciendo la voluntad de Dios.
Necesitamos predicadores que prediquen con Convicción—Al igual que los Apóstoles. Fue recientemente reportado que un predicador que estaba “probándose” en una congregación le fue preguntado su “posición” sobre cierto asunto. Él indico que el no predicaría el tema en la forma que ellos quisieran que expresara su “posición”. Este predicador simplemente no tuvo convicciones. El hombre que no tiene convicciones no es digno de “su salario” (2 Cor. 11:8).
Pedro y Juan fueron intimidados a “no hablar ni enseñar en el nombre de Jesús” (Hech.4:18), sin embargo, ellos respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 19-20). Ellos fueron hombres de convicción, y no se comprometieron aun bajo amenazas de encarcelamiento. Ellos mas tarde fueron puestos en la prisión publica, pero fueron libertados por el ángel del Señor (Hech. 5:18-21). Fueron traídos ante el concilio y se les reprendió duramente por haber ignorado sus advertencias. A lo que los apóstoles contestaron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech. 5:29).
Pablo dijo, “Antes bien renunciando a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor. 4:2). Jesús dijo, “la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). Todo lo que Pablo ofreció fue la verdad; no hubo evasivas en su enfoque de predicar. ÉL fue exactamente lo que él pareció ser. Él me recuerda del famoso dicho de Popeye: “Yo soy lo que soy, y todo eso Yo soy!”. El servicio directo y concienzudo de Pablo ante el Señor le trajo gran sufrimiento hacia él. El se vio envuelto “atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Cor. 4:7-9). ¿Cómo pudo el mantenerse firme en medio de todo esta aflicción?. Él explico: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que esta escrito: Creí, por lo cual hable, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucito al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitara con Jesús” (2 Cor. 4:13-14).
LOS RESULTADOS DEL TIPO CORRECTO DE PREDICACION
Aquellos con “honestos y buenos corazones” (Luc. 8:15) oirán y obedecerán. Aquellos cuyos corazones no son así no escucharán. Pablo dijo, “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida” (2 Cor. 2:14-16). El mismo predicador entregando el mismo mensaje en el mismo tono de voz convertirá a algunos y a otros apartará ¿Por qué? Por la actitud de los oyentes, ¡no la de el! Que Dios nos ayude a fielmente Predicar la Palabra “a tiempo y fuera de tiempo...Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonaran maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Tim. 4:2-3).

Martín Lloyd-Jones

N. 20 de diciembre en Cardiff (Gales, Reino Unido). La familia se mudó a Llangeitho (Cardiganshire), escena del predicador de avivamientos Daniel Rowland (1711-90), que dio origen al movimiento calvinista metodista de Gales. La mayor parte de su vida la pasó en Inglaterra. En Londres estudió la la carrera de medicina, consiguiendo un brillante doctorado (1921).
En 1935 comenzó su relación con la Inter Varsity Fellowship (IVF). A partir de 1939, como presidente de la IVF jugó un papel importante en la creación de la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (IFES). Contribuyó también en la creación de la Biblioteca Evangélica de Londres, donde se reune la mejor colección de literatura puritana del mundo; el London Bible College, cuyo primer director fue E.F. Kevan (v.); el Movimiento Evangélico de Gales, que continúa la tradición del antiguo calvinismo metodista de Roland y Whitefield (1714-70); y el Seminario Teológico de Londres, y El Estandarte de la Verdad, editorial dedicada por completo a rescatar la literatura puritana y reformada, puesta en olvido por entonces, a cuyo cargo estaba I.H. Murray (v.).
Aunque nunca tuvo una formación teológica de academia o seminario, ha sido uno de los grandes pensadores y teólogos del siglo XX. Fue un gran lector de literatura reformada, puritana y moderna, con especial interés por la historia y la biografía. Agudo y penetrante como un bisturí contribuyó al renacimiento del calvinismo evangélico en todo el mundo. “No sólo conocía a los puritanos mejor que nadie, así como los clásicos del avivamiento del siglo XVIII, sino que además estaba muy documentado en la historia secular, la poesía, la política y la filosofía” (C. Catherwood).
Enseño a los estudiantes cristianos a pensar y hacer uso riguroso de la mente. Oliver Barclay dice que les enseñó a valorar y amar la doctrina, haciéndola materia poderosa y viva. Profundizó en las interioridades del alma como un maestro de la espiritualidad, su obra sobre la depresión espiritual ha pasado a la lista de los clásicos.
En 1968 dejó su ministerio de predicación, debido a una grave enfermedad. Desde entonces comenzó un ministerio literario consistente en la edición de sus sermones expositivos, en especial Romanos y Efesios. Siempre buscó restaurar la verdadera naturaleza de la predicación cristiana, consistente en exposición de la Escritura, y dependiente de la iluminación del Espíritu, sobre lo cual pronunció unas importantes conferencias en el Seminario Teológico Westminster de Filadelfia (EE.UU.). Supo ver que la incredulidad humana es más una cuestión moral que intelectual, por cuanto la salvación, como el pecado, afecta a la persona entera. Defensor del calvinismo ortodoxo respecto a la salvación o doctrinas de la gracia, fue a la vez un gran evangelista y entusiasta de los avivamientos, que por todos los medios trató de esclarecer y promocionar.
Predicador extraordinario y directo fue descrito por E. Brunner como “el más grande del cristianismo de hoy”. Otros le han calificado de profeta del siglo XX, en su vigoroso llamamiento al testimonio evangélico unido.

Preparación Personal para Predicar


Preparación Personal para Predicar


Al hablar de la preparación personal para predicar me estoy dirigiendo al aspecto espiritual de la vida del predicador. Sin embargo deseo evitar una falta de balance en la presentación por medio de reconocer que como predicadores laboramos con toda nuestra humanidad y no meramente con nuestras almas o espíritus. El estado físico, emocional, familiar, congregacional, etc., del predicador efectivamente afectará su predicación. Pero, como este tema se trata mejor en el área de teología pastoral, sólo nos limitaremos al aspecto de la vida espiritual del predicador. Que debemos considerar este tema debe ser evidente de, por lo menos, dos textos claves: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” (Hch 20:28) “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” (1 Tim 4:16) No vamos a tomar el tiempo de examinar los diversos contextos de esos dos versículos, sólo quiero enfatizar el mandato apostólico que viene a nosotros como ministros del evangelio en referencia al cuidado espiritual de nosotros mismos. En Hch 20:28 el apóstol manda a los ancianos de la iglesia en Éfeso con estas solemnes palabras: “mirad por vosotros [LBA Tened cuidado de vosotros prose,cete ou=n e`autoi/j].” El término clave (prose,cete verbo imperativo presente activo 2 persona plural de prose,cw) significa aquí estar en un estado de alerta, estar preocupado por, tomar cuidado de, y el apóstol manda a los ancianos de la iglesia que hagan esto consigo mismos y de la misma manera en que deben hacerlo del resto de la iglesia y por las mismas razones. Su oficio de supervisor (evpisko,pouj) y su labor de pastoreo (poimai,nein) como ancianos (presbute,rouj) de la iglesia debe comenzar por sí mismos. En 1 Tim 4:16 el mismo apóstol igualmente manda a su hijo espiritual Timoteo (emisario apostólico, misionero, pastor de la iglesia en Efeso e instructor de pastores) a que haga lo mismo: “Ten cuidado de ti mismo [e;pece seautw/].” Este término que Pablo usa significa aquí el concentrarse mentalmente, observar especialmente y el objeto al cual Pablo quiere que Timoteo Se concentre es su propia persona (seautw), aun antes de su enseñanza (doctrina), Timoteo debe cuidar de su propia alma. Estos dos textos nos dan suficiente base para dirigirnos a este tema. Pero, ¿Qué medios hemos de usar para cuidar de nuestra propia alma? Exactamente los mismos medios que predicamos a nuestra congregación al exhortarles a cuidar sus almas. Hay dos medios, por excelencia, en los cuales debemos obtener maestría: la oración y la Palabra. La labor pastoral en la cual se hallaron los apóstoles al principio de la iglesia cristiana se vio interrumpida por una necesidad legítima, pero ellos no permitieron que tal urgencia les apartara de sus labores, y si podemos argumentar que ellos mismos harían lo que exhortaban al resto de la iglesia, entonces podemos concluir que el dictamen apostólico nos lleva al ejercicio espiritual de la oración y la lectura y meditación de la Palabra: “En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.” (Hch 6:1-6) El anciano apóstol, ya pronto a morir, persevera en estas cosas y súplica a Timoteo que le traiga dos cosas: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.” (2 Tim 4:13). Los comentaristas son casi unánimes que el apóstol estaba pidiendo copias de los libros de la Biblia. Tuvo cuidado de su salud física pero igualmente tiene cuidado de su salud espiritual. ¿Por qué? Por el mismo interés que demuestra en 1 Cor 9, “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” (vs. 22-27) La preparación personal del predicador entonces será: 1. 1. En ferviente oración. 2. 2. En consistente meditación de la Escritura. 3. 3. En peculiar cuidado de vivir lo que predica. 4. 4. En escrupulosa conducta ejemplar, a la iglesia y a los de afuera. Como ministros del evangelio tenemos varios enemigos, que sin tregua alguna buscarán estorbarnos en nuestra carrera: 2. 1. Nuestra propia carne (pecado remanente, Rom 7:7-25). 3. 2. Nuestro archienemigo el diablo. 4. 3. El mundo secular con todas sus tentaciones. 5. 4. El mundo religioso con todas sus presiones e influencias. 1. 5. La iglesia en su falta de apreciación y atención. 2. 6. Nuestra propia familia en sus demandas. Es por eso que debemos conscientemente poner aparte tiempo para nuestra propia nutrición espiritual, ser consistentes (flexibles pero no perezosos) y administrar bien nuestro tiempo y el de nuestra familia. A manera de motivación consideremos dos cosas más. Primera, la terrible probabilidad de un ministro inconverso: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mat 7:21-23) Segunda, la intima relación entre nuestra espiritualidad y la espiritualidad de nuestro ministerio: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Tim 3:14-17) “Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.” (2 Tim 2:20, 21) No es posible cubrir cada aspecto de este tema, y realmente se toca en Teología Pastoral, pero sólo permítanme un consejo múltiple: Mediten continuamente en las Cartas Pastorales, pónganse a sí mismos bajo cuidado pastoral y busquen estar siempre bajo la instrucción de la Palabra por parte de comprobados predicadores. Se requiere de mucha humildad reconocer que somos meros sirvientes de la iglesia, el nombre de anciano, obispo o pastor no es un título sino una sagrada vocación. El orgullo ministerial ha sido el asesino de no pocos ministros. Consejos Diversos (Preparación y Biblioteca Ministerial) Primer Consejo Estas lecturas buscan resumir la enseñanza de varios maestros sobre los temas implicados (hermenéutica, exégesis y homilética), aquellos principios que sean claramente bíblicos deben ser aceptados y usados. Sin embargo, es siempre a la Biblia a donde debemos ir para todo lo que sea de doctrina y práctica, inclusive en el ministerio de la Palabra. Por lo tanto, si en algo he fallado en resumir correcta y fielmente, la falta es mía y no de los autores usados para formar estas lecturas. Si queremos progresar en nuestra capacidad, habilidad y labor, debemos hacer uso de los dones que Cristo ha dado a Su Iglesia, por eso, siempre debemos estar leyendo, preparándonos y escuchando a guías fieles. Segundo Consejo En cada paso de la exégesis y exposición contamos cada vez con más herramientas de trabajo, desde libros hasta programas de computadora y fuentes en el Internet. El predicador debe buscar hacer su propia exégesis antes de escudriñar otras fuentes, es decir, hasta que la labor de exégesis del texto este completa, usemos comentarios, sermones impresos y cualquier otra fuente de complementación. Esas herramientas nos servirán para (1) enseñarnos algo que nosotros mismos no vimos y (2) corregirnos donde nos extraviamos en la exégesis del texto. Tercer Consejo Como predicadores y pastores debemos esforzarnos por servir mejor al Señor y a la Iglesia, por lo tanto: 2. (1) Aprovecharemos toda preparación posible – en esta área aprender Hebreo, Griego e Inglés son de suprema ayuda. 3. (2) Obtendremos, prudente y sabiamente, aquellos libros que más nos ayudarán en nuestras labores: 1. a. Libros de ayuda en los idiomas 2. b. Diccionarios y Léxicos 3. c. Concordancias 4. d. Varias versiones y ediciones de la Biblia 5. e. Atlas y libros de contexto histórico y geográfico 6. f. Enciclopedias y diccionarios teológicos 7. g. Comentarios 8. h. Tratados por los Reformadores y Puritanos 9. i. Libros contemporáneos de autores confiables sobre los temas de Exégesis, Hermenéutica y Homilética 10. j. Teologías Bíblicas y Sistemáticas 4. (3) Nos someteremos a rigurosa crítica constructiva de aquellos que nos aman lo suficiente como para corregirnos. 5. (4) Buscaremos ponernos bajo el ministerio de hombres ejemplares con respecto a la predicación. 6. (5) Aprovecharemos toda oportunidad de ser instruidos en la labor pastoral por otros pastores, especialmente aquellos que van más delante de nosotros en su peregrinaje espiritual y que el Señor ha concedido mayores dones y experiencia. 7. (6) Seremos sumisos a la voluntad de la iglesia: quizá pensemos que tenemos los dones, pero las gracias están ausentes, quizá sintamos el llamado, pero el Señor no lo ha declarado así a la congregación, quizá aun tengamos preparación y don retórico pero nuestra vocación no es la pastoral. Nunca debemos adelantarnos a la voluntad providencial del Señor: si somos llamados, Él nos concederá los dones y gracias, Él avivará ese deseo en nosotros, Él lo declarará a Su iglesia y Él proveerá providencialmente la oportunidad. 8. (7) “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2 Tim 2:15 Ad maioren Dei Gloria et Bonum ho minis